martes, 5 de julio de 2011

Nº 5.- ¡Una bolsa de basura en la calle y no es mía!





¡Anda, anda! ¡Qué cosicas se encuentra una de camino a casa! ¡¡Y en mi misma calle!! ¡¡¡Y lo mejor de todo, NO ES MÍA!!!

A ver, ¿qué hace uno en estas circunstancias?

Miguel de Cervantes y la acera de las mierdas


Cuando era pequeña pensaba que mi pueblo era muy especial, era único, porque poseía una acera en el trayecto de la plaza al instituto minada (en «Mis sitios»). Sí, minada de mierdas de perros feos de grandes (los perros y sus mierdas).
Después crecí, ―es ley de vida―, y me fui a estudiar a la capitalilla. Y aquí me desengañé, descubrí otra acera en el trayecto de mi casa al curro (en «Mis sitios») también minada, pero diferente porque en si la acera de mi infancia veías las antipersona a distancia, la de la capital (-illa) son como si una bandada de pterodactylus se pusiera de acuerdo a la vez para descargar su intestino. Y que no te pille en la trayectoria porque entonces estás perdido.
Bueeeeeno, quizá exageré, son simples palomas simples. Lo que no sé es que comen estos bichos para defecar así. En fin, el cabildo culipardo invierte un dineral en acudir todos los días con su manguera para limpiar con el chorro a presión. Y digo yo, ¿no sería mejor arreglar el problema eliminando la raíz?
¡¡Eh!! Que sí, que sigo siendo animalista, pero a ver quien es el rico que adopta a una paloma como mascota...
¿Que a qué viene lo del Cervantes? Bien fácil, pues que aunque me desencanté al descubrir la OTRA acera, he concluido tras arduas deliberaciones que mi pueblo: Alcázar de San Juan, sigue siendo especial porque para el que no lo sepa es allí donde nació el ilustre escritor.

jueves, 23 de junio de 2011

Nº 4.- ¡¡Aparcas como el culo!!

No conduzco, de momento. Para cuando llegue el día en que me convierta una conductora pasivo-agreviva, que llegará..., para entonces voy tomando nota de lo que no debería hacer.




A ver, las cosas como son, no es que sea una infracción excesivamente grave o un aparcamiento terrible, pero en mi afán reclamatorio y mi admiración por la iniciativa «Aparcas como el culo», he decidido iniciar esta campaña para animar amablemente a los conductores a aparcar como el código de la circulación manda. Sí, me ahorro lo de «como Dios manda» porque siendo omnipresente seguro que aparcaba peor que este, que tú y que yo (cuando aparque).
Venga, a descargarse la nota informativa y a impartir justicia divina-mente.

sábado, 18 de junio de 2011

NÚMERO 3: in-recogida de in-voluminosos


El pasado viernes, no este reciente sino el penúltimo viernes contando desde hoy, osea, hace solo 8 días llamé a la Concejalía de Medio Ambiente de mi ayuntami-éntenos. Noooooo, no tiene nada que ver con mi afán reclamatorio inaugural del blog, esta vez simplemente quería hacer uso del servicio gratuito de recogida de voluminosos.
―Para los desgraciados que habéis pensado que venían a por mí... Os deseo simplemente un pedo torcido durante un mínimo de 24 horas (¡¡Carmen, qué grande eres!!),  la próxima vez os lo pensáis...―
Bueno, a lo que iba. Total que, según reza en la web:
"Servicio gratuito de recogida de voluminosos
La concejalía de Medio Ambiente ofrece un servicio de recogida de voluminosos a domicilio, dicho servido es de carácter gratuito. El compromiso adquirido por la concejalía es que la recogida se efectúe en un plazo máximo de dos días."

¿¿Dos días?? Mi cuenta lleva 8, igual se han comido «o múltiplos», o quizá es que se han pasado mi petición por el forro.  Huuuum, empiezo a pensar que me han metido en la lista negra... ¡Estos cabrones! Ahora que lo pienso: mis «voluminosos» no tienen datos (smily malvado) y mucho menos míos (smily más malvado aún) así que igual saco por fin mi lado perverso y me entretengo que dejar mi mierda en la calle.

Veamos las opciones:
A. Ejerzo de paciente (guiño guiño -> al post anterior) y vuelvo a llamar al servicio del ayuntami-éntenos.
B. Ejerzo de cabronceja (smily perverso) y les dejo mis despojos en la calle.
C. Otros.

Se aceptan propuestas :-)

jueves, 16 de junio de 2011

Número 2: de hospitales va la cosa

Para quien no me conozca: soy una tirillas, sí, ¿y qué? A los 30 ya tomaba de media 4 pastillas al día, sin incluir el protector gástrico. Obviamente el bocadillo de calmantes no es parte de la dieta mediterránea, pero qué le voy a hacer. ¿Y por qué digo esto? Porque en la actualidad tengo dos frentes abiertos, dos batallas de mi afán reclamatorio: 1, la que ya conocéis, la denuncia por «guarra» ―no la menda, sino mi tocalla―; y 2, la que ahora os relato...
Érame que me era un 29 de Enero depositando el plástico en su correspondiente contenedor de reciclaje (¡para que luego digan!), hallome cruzando la calle cuando pisé un hermoso agujero en el asfalto y me pegué un señor porrazo. Consecuencia directa de la señora hostia fue un esguince de grado III, ¿y qué conlleva? Pues 40 días de escayola, rehabilitación hasta mediados de mayo y un dolor e hinchazón constante que, a día de hoy, aún me tiene sin poder andar como una persona normal.
A lo largo de este tiempo me ha pasado casi de todo, bueno y malo. ¿Bueno? Venga sí, que me ha dado para escribir mucho, entre otras cosas un monólogo haciendo a mi pie el principal protagonista. ¿Malo? Estando con el yeso, se me murió Bichi en los brazos, sin poder hacer más que llorarlo, y peor aún, operaron a mi madre y no pude estar con ella. Así que esas, entre otras cosas, me han tenido algo más de 4 meses y medio atrapada en una obligada paciencia que casi había apaciguado mis ansias reclamatorias.
He dicho «casi», sí, porque igual si no me hubieran denunciado por «guarra» ―no yo, sino mi tocalla―, no me habría lanzado a esta protesta. Afortunadamente me están orientando en la redacción de mi reclamación :-) Sí, ya me han dicho qué y cómo solicitarlo, pero... Ains, estas administraciones nuestras, cómo son. Alargan y alaaargan y alaaaaaargan innecesariamente todos los procesos. Y porqué no, hablemos en plata: nos joden si pueden.
Hoy me han tocado los huevos por enésima vez, cosa que ha alimentado mi afán reclamatorio y me he visto en la necesidad de contarlo (¡eso o exploto del cabreo!). Una señorita muy amable me ha llamado a eso de cinco de la tarde y me ha dicho:
―Verás, que te han cambiado la cita del viernes que viene para el día 21 de Septiembre.
¿De Septiembre? ¿¿Septiembre?? Os juro que he pensado que se estaba quedando conmigo, y no he podido aguantarme:
―¿En serio?
―21 de Septiembre.
A la segunda he pensado que se refería al del 2012, así que he optado por cerrar la cuenta y asegurarme, no sin antes deleitarla con todas las vocales:
―Eeeeeeeh, estoooooo, uuuuum, veráaaas, es queeeeee, ¿que digo yo siiiiiiiiiiii no se puede dejar como está?  Si solo necesito que me den unos resul...
Hasta ahí he podido leer (así, a lo Mayra Gómez Kemp), no porque no tuviera más vocabulario que alargar sino porque la agradable señorita de los cojones ha dicho ―supongo que para tranquilizarme―, que si fuera urgente ya me habrían avisado. Y del 1,2,3 he pasado a verme cual Perro Pulgoso, arrastrando de nuevo las vocales de un extremo al otro de la comisura de mis labios.
―Disculpe, sita, ¿podría decirme por qué? Verá es que necesi...
Otro corte y le suelto una retahíla de jdkfhuqhlkhsgfdluigrlk!!
―Según dice aquí (vaya usted a saber dónde lo estaría mirando), el médico se ha pedido el día.
¿¿El día?? ¿Cómo? Pero si me han cambiado la cita para el puto 21 de Septiembre!! ¿Cuántas horas tiene su día? ¿2088? Amos, no me jodas! Pero, lo más importante, ¿es que no hay más putos médicos trabajando el día 24?
De verdad, si a mí ya me da lo mismo lo del pie, casi me consuela que no me hayan llamado (eso que es que estoy divina de la muerte), pero es que necesito que el don traumatólogo que facilite un informe de la lesión para poder adjuntarlo a mi reclamación en el ayuntamiento.
Sí, RECLAMACIÓN Nº 2, reclamación que te crió para que la administración se haga cargo de mis pérdidas económicas (un mes de baja, más los gastos de transporte y medicación) y resarzan los daños morales que he sufrido.
Aunque cada día tengo más claro que las administraciones se ponen de acuerdo entre sí y se alinean con los planetas para que todo se complique un poco más.
De momento mañana me voy de excursión al Hospital General, pedí el día porque me voy a mi pueblo a actuar, pero como el evento es por la tarde, he decidido pasarme desde las 8 hasta las 3 allí, reclamando, hasta he preparado el taperware con el tentempié (yo con muleta... ¡Sé que es malo, pero si no lo digo, reviento!) por si me entra un ansia viva de comerme a alguien.
Ya os contaré.

sábado, 11 de junio de 2011

Denuncia que te crió

-- Se advierte al lector que el texto puede herir su sensibilidad visual y verbal en algún momento, pero, entiéndanme, estoy hipercabreada --

¿Alguna vez os habéis planteado cuál es la mejor peor forma de empezar una semana? Yo no, jamás. Al contrario, siempre que me levanto un lunes deseo y espero tener un buen día para poder saborear esa sensación el resto de la semana. Pero, ¿qué pasa cuando tu lunes es un día de mierda? Pues eso, que ya sabes lo que te espera.
Pero no adelantemos acontecimientos. Hoy ha sido un día muy largo en el que me ha dado mucho tiempo a soltar mogollón de pestes, todas las que me sé una y otra vez, hasta agotar la lengua, hasta quedarme sin saliva y sin aliento. Y no, no exagero: muy, mucho, mogollón, todas, agotar... Son términos habituales en mi lenguaje, pero hoy han cobrado un significado pleno.
La razón, sencilla: me han denunciado. ¡¡A mí!! ¡¡Me han denunciado a mí!! Pero... si soy una ciudadana modelo: pago mis impuestos puntualmente, ayudo a quien lo necesita (y a quien no también), colaboro con la protectora de animales de Malagón, soy respetuosa con los mayores, cruzo por todos los pasos de cebra, reciclo hasta los envoltorios de los chicles y, jamás jamás he matado, robado y/o maltratado. ¡Y me han denunciado a mí!
Venga, doy los detalles para que os asombréis tanto como yo: según la sección de medioambiente del ayuntamiento de Ciudad Real, yo (osea, yo) dejé dos bolsas de basura en la calle que fueron encontradas por dos operarios (¡qué casualidad!) con poco estómago y además dejé dentro mis datos (alguna carta o remite o algo) para que supieran que había sido yo...
Voy a dejar claras un par de cositas:
  • Jamás he dejado en la calle una bolsa de basura. Si está lleno el contenedor, tengo la absurda costumbre de irme a otro para depositar en el interior mi basurilla.
  • Jamás arrojo a la basura documentos con datos personales (¿tú sí? ¿estás loco?), no soy tan idiota. Los destruyo.
  • Jamás tiro papel a la basura, reciclo absolutamente todo lo que sea reciclable.
  • ¿Para qué coño me voy a ir a otra calle para dejar mi basura en el suelo?
En fin, teniendo en cuenta estos puntos y que, como ya he dicho antes, me considero una ciudadana ejemplar (dentro de una modesta modestia), creo que los operarios y por ende el funcionario de turno que ha decidido que soy una vecina irresponsable que va dejando su basura por todas partes... Esos seres han cometido un pequeño error. Y no, no es el haberme denunciado, es el haber despertado mi ira. Porque, seamos francos, si me hubiera equivocado, si por alguna extraña casualidad se me hubiera ocurrido bajar la basura recién retirada la escayola para depositarla unas cuantas calles más «pa'llá», en la calle y con mis datos... Si lo hubiera hecho aceptaría la multa (¡¡¡50 eurazos!!!) y la pagaría gustosa.
Pero es que va a ser que no, que yo no he sido. Se me ocurren varias explicaciones:
  1. Que algún gilipollas decidiera sacar mis bolsas de basura del contenedor para llevárselas un par de calles más lejos (¿afán decorativo?). Y eso contando con que se me hubiera colado algún documento con mis datos...
  2. Que alguno de los operarios sin estómago que abrió las bolsas de basura anduvo rebuscando entre los restos orgánicos y la mierda de mis gatas (tengo dos y bien gordas, y ya lo dice el refrán «Como come el mulo, caga el culo») hasta encontrar un documento en el que figuraban mis datos «alto y claro», supongo que en versalita, a 12, negrita y subrayado (¿alguien da más?).
  3. Que la otra persona con la que comparto (¡qué casualidad!) nombre y primer apellido y que, ¡qué casualidad!, vive en la misma calle donde aparecieron las bolsas de basura, recibiera una carta mía por equivocación y que en un alarde de estupidez decidiera tirar mi correo a la basura, a SU basura; y que además sea una puta guarra y la dejara en la calle. Puede ser, ¿verdad?
  4. Y ya, en un arranque de paranoia he pensado que todo es una conspiración política con afán recaudatorio para remodelar el despacho de alguna alcaldesa, ―no daré más datos―. Desde luego no pienso participar en esa vorágine.
Así que me he pasado media mañana redactando mi reclamación, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no resultar jocosa y ofensiva, pero... ¡Joder, qué difícil! Y es que estoy indignadísima, coño, que soy una buena persona, ¿por qué narices me pasan a mí estas cosas?
¿Dónde dejé lo de la ira? Bueno, pues eso, que han destapado mi propia caja de Pandora, así que se vayan preparando los señores concejales, operarios y su puta madre porque pienso denunciar todo aquello que me parezca injusto e intolerable. Empezaré por reclamar mi denuncia por «ciudadana aplicada», seguiré por mi salto triple mortal con doble tirabuzón hacia atrás en el agujero sito en mi calle que me provocó la rotura de ligamentos, y seguiré por el acerado que lleva desde la ronda a mi centro de trabajo...
¡Señores administrativos, aprietense los machos!